Nuestro Belén

 ¿Ya has puesto el Belén?

En casa sacamos toda la artillería pesada en el puente de la Inmaculada, así que ya está cada figurita ocupando su posición. No sé si te pasa como a mí, que hay figuritas que siempre colocas en el mismo sitio: ese pastor, la oveja... Para otras, sin embargo, algo ha cambiado, y necesitan una recolocación. Mientras mis queridas figuras de Ferrandiz ocupaban su lugar en el escenario, no pude evitar pensar en mis pequeños y cómo ha ido cambiando su rol, su posición en la familia, a medida que van encauzando sus vidas. 




La primera figura que quiero describiros es la del ángel que vigila el nacimiento. Parece que está lejos de donde sucede lo importante, pero la realidad es que está protegiendo la paz de la Sagrada Familia desde la posición más idónea, y me recordó a Jorge, mi tercer hijo. Es de los que ya está viviendo fuera de casa, pero acierta con la llamada oportuna a un hermano cuando más lo necesita.


Al ver a uno de los pastorcillos rodeados de animales mientras duerme, me acordé, inevitablemente, de mi primogénita, Carmen. No me extraña que te adoren y te rodeen todos los niños autistas a los que das clases de equitación, porque sabes dar cariño como nadie y, aunque a veces pueda parecer que te duermes en el camino hacia Belén, no dudo de que sólo es apariencia, porque estás soñando con el Cielo.


Ese pastor que da la impresión de que se le va a caer la oveja en cualquier momento, me recordó mucho a ti, Luis. Con ese desequilibrio equilibrado que nunca deja de sorprendernos. Como tu cariño al Señor cuando me acompañas a hacer la visita al Santísimo todas las tardes..., sin dejar de moverte.






A mi cuarta hija Paula, se la reconoce como la ONG de bebés. Porque cuando alguno veía ya ocupada la cama de papá y mamá, siempre tenía claro su próximo destino: la cama de Paula. Al igual que la figura de la foto, sé que llevarás a muchas personas a acercarse al Niño Jesús. Y, subida a la espalda de Paula, avanza la benjamina Paz, destapando la tapa del tarro del "amor incondicional” a todos los miembros de la familia.





¡Lucía!, la figura no acierta con el instrumento: tendría que ser una viola, o quizás una guitarra. Pero tocas esa música que arrastra hasta el Belén. Cuando llegues al Cielo y mires a todos los que  te han seguido, sabrás lo que sintió el flautista de Hamelín.








Ana, como el personaje de la foto, sólo tú puedes sacar estrellas de un sombrero. Dios ha premeditado tu creatividad desde toda la eternidad, y algún día sabremos para qué.









Esta oveja tenías que ser tú, Álvaro, mi chiquitín. Se ha escrito muy poco sobre el don de la adorabilidad: conseguir hacerse adorable en la peor circunstancia. Pero ése eres tú: el que más besos le das al Niño Jesús.





Y para representar la delicadeza en las formas, nada mejor que esta figura. Pero sé que lo más  exquisito es tu trato con las almas, mi querida Elena.



¡Marta!, desbordas una alegría contagiosa que tiene permanentemente grabado uno de sus síntomas en tu rostro: la sonrisa. ¡Cómo ilumina a la familia de Belén, y a la nuestra también!





Como estas figuritas te vi a ti, Isabel. La figura tendrá que pasar por el quirófano de Kika para ser restaurada. Y tú, de quirófanos ya sabes bastante. Pero entras como si nada te molestase, y nos sigues sosteniendo como la figura del conejito: sin llamar la atención, sin pasar facturas por los millones de servicios que no podremos pagarte.




¡Ay mi Cristi! Eres “la fortachona de la casa”, porque tienes el alma taaaaan ejercitada, arrastrando almas en cada Rosario, defendiendo tu fe sin miedos, sin complejos, que seguro se encuentra el Niño Jesús a tu vera. 




Y, para terminar, tú y yo, esos dos patitos felices con sus rutinas, impotentes muchas veces por no poder jugar la partida por ellos. Pero poniendo la vista más allá de las figuras, más allá del resto del escenario. Fijándonos y fiándonos de ti, Jesús, de la Virgen, tu madre, y de San José. Aplicándonos lo que una vez escuché en una meditación  de diez minutos con Jesús: que no hay nada de impotente en la oración de los padres, como tampoco fue nada impotente la muerte del Señor en la cruz, aunque así lo pareciese en algunos instantes.
















Comentarios

  1. Mar, tienes el arte de conmovernos con tu sencillez, tu grandeza frente a lo mås inefable del camino extraordinario en lo corriente y aparentemente ordinario. Me imagino muy bien a los Cuadrado caminando hacia Belén. Gracias por abrirnos de par en par las puertas de tu corazón.

    ResponderEliminar
  2. Me encantó!!!! A la par imaginaba cuál es la posición de mi Belén

    ResponderEliminar
  3. Soy Lorena. La Virgen de Torreciudad nos unió y siento en ti un alma gemela. Orgullosa de conocerte, tienes una familia en la distancia para toda la eternidad que en realidad es lo que más une. Que pase buen día mi Luis que lo queremos como un hijo más ese niño vale millones, (como todos ) 😘😘😘😘

    ResponderEliminar

Publicar un comentario