La intrahistoria de un hogar con aroma a chocolate


Creo que el olor que envuelve la cocina después de hornear un bizcocho de chocolate es la mejor manera de definir la intrahistoria de un hogar. Son esos momentos en que se da forma a un hogar  (que no se consigue sólo con tiempos de calidad, también hace falta cantidad), un sitio acogedor donde, en algunos momentos del día, parece que no ha pasado nada después de haberse librado auténticas batallas dignas de ser relatadas en libros de historia. Es en la intrahistoria donde la cocina se recoge después de un desayuno atropellado, después de una cena divertida con las manchas inmortales de tomate, donde se deja el cuarto impecable guardando las anárquicas deportivas talla cuarenta y tantos... Y es gracias a la intrahistoria que cuartos de baño donde se exterminaron piojos, agujerearon orejas, o curaron heridas abiertas, parezcan tan... naive, tan inofensivos. 

Y, en esa intrahistoria, no sólo la casa se ve beneficiada. Es en la intrahistoria de una familia donde se pueden detectar y anticipar posibles problemas. Vaciando los bolsillos del pantalón antes de meterlo en la lavadora podrás encontrar un mechero, y... inmediatamente recordarás, o no, el día que lo llevaron puesto y en qué contexto. Es en la intrahistoria donde podrás detectar una mirada triste, distraída, que ya dura más de dos días, o esa amiga que dejó de llamar o de venir por casa. La intrahistoria te ahorra sorpresas el día de las notas, porque ya sabías qué flojito llevábamos el aparato digestivo, y fue justo lo que cayó. Es en la intahistoria donde se gestan las batallas, aunque días históricos como el de la graduación se lleven las medallas.

Esta intrahistoria suele estar dirigida por muchas mujeres que, en algunos casos, también trabajan fuera de casa. A todas vaya mi homenaje y, a las generaciones venideras, una verdad: la intrahistoria lleva tiempo, conlleva esfuerzo y, muchos días, agotamiento. Y eso es algo que, ni la conciliación, ni la educación para repartir las tareas del hogar (ALGO QUE TENEMOS QUE SEGUIR PELEANDO), van a cambiar. La familia es una empresa que necesita dedicación. Una empresa donde somos autónomos... Es decir, el trabajo no termina nunca. Alguien tiene que pedir algunas horas más a los días para autónomos y padres de familia.

Pero, si me pidiesen consejo para ayudar a los padres y madres de familia a hacer un poco más llevadera la vida familiar, recomendaría que, en todos los colegios, ofreciesen, además de actividades extraescolares, un estudio dirigido donde ayudasen a los niños a hacer los deberes, a gestionar, y aprovechar el tiempo que dedican a los estudios, a que 40 verbos irregulares de inglés pueden y deben estar listos en 25 minutos, donde les enseñaran a hacer esquemas... Actividad que yo sólo encontré así de completa en los clubs juveniles que coordinan personas del Opus Dei. Y que, dicho sea de paso, están abiertos para todos los niños que lo deseen, con cuotas mensuales poco invasivas para las economías familiares. Pero ésta sería la mejor extraescolar que podrían ofrecer los colegios. Y una excelente forma de ayudar a conciliar.

Y mientras esto no llega, te dejo mi receta del infalible bizcocho de chocolate:
- 200 gramos de azúcar
- 200 gramos de mantequilla
- 200 gramos de chocolate
- 200 gramos de harina
- 4 huevos
- 1 sobre de levadura.

Mezcla los ingredientes y mételo unos 40 minutos al horno precalentado a 180 grados. Y tunea la receta como quieras, invadiendo el bizcocho con: frutos rojos, cookies, o, como en la foto, con trocitos de After Eight si le quieres dar un toque fresco de menta. Hornea y saborea el aroma de la intrahistoria. No te olvides de invitarla a Ella, porque es la que logrará los milagros más grandes de la intrahistoria de tu hogar. Why not?

  


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