Primera Comunión: hola y adiós


En épocas de primeras comuniones hay muchos temas a tratar: vestido de marinerito o teba y corbata, comida o merienda-cena (yo recuperé con algunos la tradición del desayuno), temática de la mesa de chuches, etc. Un sinfín de circunstancias que, sobretodo si te estrenas en primeras comuniones, pueden desgastar a cualquiera.

Este verano nosotros tenemos nuestra octava Primera Comunión y, lo que más me quita la paz, es el final de la época que eso implica. Yo lo catalogo como el final del tramo de la infancia perfecta, de la total inocencia. La época de sufrir sólo por el presente, por el hoy y ahora. A partir de esta edad, se piensa en el futuro, se empieza a sufrir por cosas que aún no han pasado y que a lo mejor no pasarán, los días empiezan a pasar rápido, y los peques abandonan el confort de estar acurrucados con la manta de la seguridad de que papá y mamá todo lo pueden arreglar.

Es un adiós que le dice hola, poco a poco, a la persona que siempre te preguntaste como sería: a tu hijo o a tu hija mayor. Y creo que este paso está muy bien pensado porque, ese momento en el que empiezan a soltarse de tu mano, coincide con su primer encuentro con Jesús, sacramentado sí, pero el mismo que jugaba y acariciaba a los niños de Galilea.

Por eso, en la vorágine de la Primera Comunión, no nos olvidemos de recordarles (nosotros, porque no tenemos que perdernos esa parte delegándola en los catequistas) que ese pedacito de pan blanco les dará superpoderes cada vez que lo reciban, y que esos superpoderes se adaptarán a las necesidades de cada momento. Un día será para encajar una derrota, otro para ser humildes en una victoria, para saber encontrar buenas amistades, etc. Recordémosles que nada pesará más en sus vidas que cada una de esas pequeñas fichas blancas que reciban.

Después de esa charla, no nos queda otra que predicar con lo único que cuenta: el ejemplo. ¿Nos ven ir a por nuestros superpoderes en momentos complicados? ¿Nos lo creemos realmente?

La imitamos a Ella, intentando encontrarnos con su Hijo, y que nuestros pequeños se acostumbren a, ante cualquier adversidad, duda, o encrucijada del camino, ir a por sus superpoderes. Why not?

Comentarios

  1. Me llamo Mónica y me ha encantado la forma de presentarnos la Comunión, como una ficha de superpoderes. Los niños lo entienden mejor así.

    Gracias Mar, me encanta lo que escribes, es muy útil y me haces reflexionar sobre lo realmente importante.

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