Receta definitiva susceptible de ser mejorada: Primera Comunión



El mundo de las recetas es infinito y complicado. Tengo una cuenta de Pinterest donde guardo recetas que tengo que probar... Pero el día a día hace que me decante por las ya conocidas. Sin embargo, quiero confesaros que, en mis propósitos otoñales, está el intentar estrenar una receta cada semana... Os iré contando.

Pero el caso es que, cuando te enfrentas a una receta nueva, tienes un momento de pavor, de no sé si me saldrá... Sigues al pie de la letra la receta, sin correr riesgos. Y, cuando has conseguido con éxito sacarla adelante unas cuantas veces, te atreves a tunearla, a adaptarla a los gustos propios, a hacerla más tuya: pasa a ser la receta de tu casa. Lo mismo ocurre en muchas circunstancias de la vida: vas estrenando escenas, situaciones que, cuando consigues sacarlas adelante varias veces, presentan el reto de adaptarlas, sin miedo a desmarcarte de la receta, para darles el aire de tu casa, de lo que realmente te importa.

Y, con esta perspectiva y el historial de siete Primeras Comuniones, paso a haceros el resumen de la celebración de mi hija Elena, que el pasado Julio se acercó por primera vez a este sacramento.


El primer cambio en la  receta de nuestras celebraciones, que se produjo dos comuniones atrás, fue el del escenario: cambiamos nuestro querido Ferrol por nuestro rincón de vacaciones: El Tozal y el Santuario de Torreciudad. ¿Por qué? Primero porque, en el santuario de Torreciudad, se despiertan rincones del alma que ni siquiera sabes que tenías. ¡Dónde mejor se puede recibir la Primera Comunión!

Nos acompañan amigos que rezan por la niña durante toda la celebración. ¿Podríais afirmar lo mismo en todas las comuniones? Aunque, por supuesto, echamos de menos a toda nuestra familia ferrolana: me encantaría tenerlos allí.



El segundo cambio, que se produjo en la comunión anterior, fue el del lugar de la celebración posterior a la comunión: tuvo lugar en los jardines de El Tozal, con todo el cariño y la ayuda de los invitados, y sin necesidad alguna de ostentación.

El tercer cambio, éste sí una novedad de este año, fue el de la hora de la celebración: las 12 del mediodía. Me pareció el más difícil desde el punto de vista organizativo, pero lo resolvimos con un aperitivo para los que nos acompañaron. Si me preguntáis cuál es la mejor hora, os diría sin lugar a dudas que a primera hora y celebrarlo con un desayuno... Pero no deja de ser un dato anecdótico que tiene que supeditarse a la abarrotada agenda de los pocos sacerdotes que, en general, tenemos a nuestro alrededor: con muchas más ocupaciones de las que creemos.

Menú del aperitivo:

- Minihamburguesas con queso de cabra
- Vasitos de gazpacho
- Canapés de sobrasada con miel
- Brazo de gitano de salmón
- Ensalada de piña, surimi y salsa rosa
- Vasitos de humus, aguacate y cebolla frita. 
- Sandwiches vegetales
- Hojaldres de salchicha
Y Lambrusco para regarlo...

¿Repetiré el menú? Sí, en su mayoría, pero siguiendo la recomendación de Aurelia de una mesa con pizzas para los jóvenes. La decoración de las mesas, sencilla y ya con larga tradición familiar. Ha servido para sacar adelante varias celebraciones. Mi amiga  Bárbara conserva la caja con todos los enseres desde hace años. Me enamoran los molinillos de viento como centros de mesa. ¡Ay, Bárbara!, la de kilómetros que tiene esa caja...


Otra novedad en la receta de este año son los recordatorios. La acuarela es obra de la jovencísima artista Carmen Alberto, que superó con creces mis expectativas sobre el recordatorio, y clavó en la acuarela el cariño de esta casa a la Virgen de Guadalupe, con todo tipo de detalles. A quien le interese, le paso el contacto. Os encantará. Los imprimí en unos papeles de textura deliciosa en Área Siete de Ferrol, a un precio sin competencia: os compensará aunque viváis lejos de aquí.




La fotógrafa, María Martínez-Echevarría, no lo pudo hacer mejor.

Y, con esta, ya son tres las comuniones donde aprovecho la línea directa con el cielo  que se tiene en esas celebraciones, y me encargo de las peticiones. Así, todos los invitados envían a su ángel de la guarda al cielo con las necesidades de mi familia. Os dejo las peticiones que leyeron los hermanos de Elena:

- Por Elena y por los niños que, como ella, han recibido la Primera Comunión, para que no se olviden de los superpoderes que les enviará Dios cada vez que comulguen.

- Por Luis y Marta, y por los niños que seguirán con sus clases de catequesis, para que no les dé pereza ir a recoger el regalo que les espera cada vez que pasen por el confesionario.

- Por Ana, Isabel y todos los hermanos, para que se cuiden, protejan y quieran hasta el último momento de su vida.

- Por Cristina, Paula y todos los que se adentran en la adolescencia, para que no se olviden de que el protocolo de actuación cuando lleguen las turbulencias es ponerse delante del sagrario: allí encontrarán la calma.

- Por Carmen, Lucía, Jorge y todos los jóvenes que empiezan su aventura, para que les quede claro que, pase lo que pase y hagan lo que hagan, tanto la puerta de casa como la de la Iglesia, siempre estarán abiertas.

Y, el único ingrediente que no puede faltar, sea cual sea tu receta, es un niño preparado, ilusionado. Aderezado con un extra de simplificación y disfrute por parte del resto de la FAMILIA. Porque, celebrar con cariño estas fechas, no implica perderse... en la vorágine de las celebraciones actuales.



Y, para terminar, madre e hija le hicimos una oración a la Virgen, para que Su manto siempre le dé cobijo:

"Madre mía, que el resto de mi vida esté como lo estoy ahora en medio de los tres, Jesús, María y José. Y que el ángel de mi guarda dirija mis pasos, para que estéis orgullosos con la coreografía de mi vida".

Seguimos mejorando la receta. Why not?

Pdta.: El año que viene os invito a la de Marta.



Comentarios

  1. Que tienen tus palabras que me emocionan ay Mar que descubrimiento el haber conocido a tu familia y a ti cada vez q leo aprendo he intento interiorizar sigo aprendiendo mil gracias por tu esfuerzo de escribir!!!

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