Este verano... me he contagiado

Estoy contagiada. Soy absolutamente consciente del instante del contagio: fue al entrar y ver la bombona de oxígeno en la planta baja de la casa o, quizá, cuando volví a ver que en la segunda planta también estaba ese mismo elemento decorativo. De lo que estoy segura es de que, cuando lo vi jugar con su botón gástrico, el contagio era algo que no quería evitar. No, no soy un nuevo paciente de artrogriposis, pero sí que me he contagiado de sus efectos secundarios. Porque la alegría y la serenidad que contagiaba la familia de Iago, te hacía olvidar que las bombonas de oxígeno no vienen en el catálogo de Ikea, o que el uso/manipulación del botón gástrico no te lo explican en la reunión de padres del colegio.

¿Más síntomas de los efectos secundarios? Sí, pueden ser los siguientes:

- Cantar, cantar a pleno pulmón, o cantar en silencio, con una canción que convierte en amable cualquier viento.

- Sonreír bajo el sol, la lluvia o la tormenta; sonreír aunque no se lo merezcan.

- Valorar la ternura y dar abrazos, de esa especie que decora boxes, despachos o salas de espera.

- Escudriñar cada segundo, estrenándolo con la misma ilusión con la que se estrena un par de zapatos.

- Confiar en las personas queridas, en esa familia que te hará volar adonde tú no puedas llegar.

Iago y su familia son una oda a cómo la vida puede ser Bella, con mayúsculas, también en caminos alternativos, o aunque a veces nos sorprendan momentos retorcidos. No podremos elegir las cosas que nos pasan, pero sí que tenemos la libertad, la licencia, para decidir cómo pasarlas. Gracias, Iago, a tus padres, Javier y Cristina, y gracias también a tus hermanos.

No sé cuánto me durará este contagio, si los anticuerpos durarán tres meses, un año… Pero, cada vez que note su ausencia, iré a la cuenta de Instagram @sigueandandoiago. Para saber disfrutar de una vida, aunque no sea de diseño. Para aprender a quedarme con lo esencial, a no derrumbarme como un castillo de naipes por pequeñas hostilidades, a seguir andando como tú, Iago, como tus padres y como tu amigo Jesús. A (como he leído en un estado de WhatsApp) no tirar la toalla, a no ser que sea para extenderla en la arena y, si puede ser, a tu lado en las Rías Altas… Pero, si tu cuenta de IG me sabe a poco, siempre me quedará la opción de acudir al próximo encuentro de "Entre genios", donde el contagio está asegurado.

PD. ¡Que tenga cuidado quién esté al lado de esta familia! Nadie sale immune. He visto infectados que hasta se han animado a correr el maratón de Nueva York por ti, Iago... ¿Alguien más quiere contagiarse? Why not?



Comentarios

  1. Me encanta el post Mar, yo quiero " contagiarme " tambien , vaya ejemplo que dan, cuánto para aprender de ellos !

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